11 Sep ¿Es momento de tener miedo?
La historia demuestra inequívocamente que el peor momento para estar invertido en bolsa es cuando inversores, analistas, economistas, políticos y ciudadanos en general, se muestran muy optimistas y confiados, casi eufóricos y exultantes. Mientras que el mejor momento para estar invertido en bolsa es cuando, después de una caída superior al 40% desde máximos, la sociedad en su conjunto se muestra alarmista, catastrofista y muy pesimista. En definitiva, lo que se conoce como «ser contrarian», es decir, aislarse del rebaño de las masas y hacer lo contrario.
En los momentos de fuertes subidas de mercado y optimismo generalizado en toda la sociedad, la bolsa vive fases de gran complacencia. Todo, o casi todo, sube con fuerza. Y lo que no sube, desde luego tampoco baja. ¿Por qué? Pues porque en un ambiente de euforia y confianza, ¿quién vende? Nadie. No vende nadie porque no hay miedo, y porque nadie se siente “asfixiado”, es decir, con prisas (o con embargos y otras fuertes presiones) que les obligan a vender rápido y mal.
La pregunta que ahora nos interesa, es: ¿estamos en un entorno psicológico y económico donde debemos tener miedo? Es cierto que no venimos de un mercado bajista largo, ya que EEUU va camino de su noveno año consecutivo alcista y Europa está más cerca de sus máximos de 10 años que de sus mínimos, como vemos en este gráfico del índice Eurostoxx Net Return (dividendos incluidos).
Es importante destacar que para tener éxito en bolsa hay que ser capaz de sentir miedo cuando todos sienten euforia y codicia, y sentir tranquilidad y seguridad cuando todos sienten miedo, pánico. Es decir, hay que ser capaz de salirse de la psicología de masas que domina la civilización humana. Por lo tanto, para tener éxito, hay que ser capaz de invertir cuando hay pánico, de no vender cuando hay miedo, y al contrario, vender cuando aparentemente no hay ninguna razón para hacerlo y parece una locura hacerlo (en vez de comprar todavía más, como nos sugiere y bombardea nuestro entorno en ese momento).
Pues bien, ¿estamos en un momento de euforia y optimismo desmesurado? Centrémonos en España y Europa, que es lo que tenemos más cerca. ¿Hay un sentimiento de crecimiento y optimismo o estamos más cerca del sentimiento de pesimismo, escepticismo y sensación de crisis? Puede parecer complicado llegar a una conclusión, pero no lo es tanto: basta con ver de qué se habla en los programas de TV, los titulares de periódicos, de webs financieras, económicas y generalistas, y qué hacen y dicen los políticos. Desde luego no estamos en la fase profunda de una crisis, pero tampoco estamos en la fase de optimismo y euforia. El momento actual es delicado, porque por un lado las economías y bolsas de Europa y EEUU acumulan una prolongada fase expansiva de 6-8 años, pero por otro lado, siguen abundando los avisos permanentes de catástrofe inminente, es decir, el sentimiento global sigue siendo muy negativo, hasta el punto de que algunas cosas nos recuerdan los repetidos avisos de «fin del capitalismo» que abundaban en 1980-1982, justo cuando empezó un formidable ciclo alcista de 18 años.
El problema por lo tanto es que «emocionalmente», no parece que el mercado esté listo para una caída fuerte y duradera, lo cual no excluye que podamos asistir a una corrección del 20% o a alguna crisis al estilo de las de 1997 y 1998. No obstante, incluso para esa crisis, nos gustaría ver algo de euforia, confianza y optimismo, más allá de la elección de Trump o Macron, es decir, una confianza basada en los subyacentes de la economía, y no en factores puntuales que disparen los índices de confianza.
Una forma de medir lo confiado que se muestra el mercado, es observar su reacción ante casos particulares. ¿Tienden los inversores a ser más bien confiados o desconfiados? Es decir, cuando un valor presenta malos resultados o alguna noticia desfavorable, ¿los inversores tienden a verlo con tolerancia o se muestran reactivos y adversos al riesgo?
En un mercado peligroso por un exceso de euforia, en teoría no deberíamos ver un buen número de valores corrigiendo con fuerza, incluso en las sesiones en las que los índices suben claramente. Y sin embargo así es, el mercado actual se muestra tremendamente selectivo y exigente: cuando una empresa decepciona, no hay piedad. Y para muestra, vean los siguientes gráficos, todos ellos de valores que han sufrido caídas significativas a lo largo de las últimas semanas. Es sólo una muestra, cogiendo los 4 peores casos de los índices IBEX, CAC y DAX, pero fuera de los grandes índices también hay casos relevantes (Almirall por ej.) ¿Es esto más propio de un mercado optimista o de un mercado prudente y desconfiado?
En EEUU ocurre lo mismo, y quizá de una forma todavía más marcada. Los índices siguen en máximos, pero el mercado es selectivo y castiga los valores que decepcionan. En el siguiente gráfico vemos un indicador muy interesante: representa la diferencia entre el número de valores del SP500 que marcan máximos de 52 semanas menos el número de valores que marcan mínimos de 52 semanas. Como vemos, durante el mes de agosto, mientras que los índices SP500 y Nasdaq100 amagaban muy tímidamente una corrección que al final se quedó en realmente muy poca cosa (y ya los tenemos de nuevo en máximos históricos), en realidad sí que había valores cayendo, y por primera vez desde nov-2016, había más valores en mínimos que en máximos de 52 semanas.
Dentro del gran universo de valores que cotizan en EEUU, estos son cuatro ejemplos de valores bien conocidos:
Conclusión.
El mercado es multifactorial, es decir, influyen muchísimas variables, y el sentimiento es solo una de ellas. Pero es importante, y quizá la característica más llamativa del mercado actual, que sigue marcando máximos históricos mes tras mes en medio de repetidos avisos de corrección, crack, mercado bajista, etc, por parte de muy diversos actores de mercado. Quizá por eso se le ha bautizado ya como «el mercado alcista más odiado de la historia«.
En esta situación, aunque es lícito temer (y tratar de protegerse) de una eventual corrección fuerte y violenta, también es importante ser consciente de este contexto, que se traduce en un riesgo alcista continuado, es decir, el riesgo de que la subida continúe, dejando a un número creciente de incrédulos por el camino. Siendo conscientes de este entorno de desconfianza y recelo, y de la ausencia de figuras de techo en los gráficos (análisis técnico), ni de debilitamiento relevante en los indicadores macro y micro (beneficios empresariales), cada cual debe encontrar su equilibrio de exposición alcista vs liquidez, es decir, el nivel en el que se encuentra cómodo asumiendo ambos riesgos: el alcista (dejar de ganar en un mercado alcista), y el bajista (perder en un mercado bajista). En nuestro caso tenemos algo más de un 30% de exposición alcista, que es el nivel máximo de exposición que hemos tenido desde el mes de abril (inicio de operaciones del fondo JDS Capital Multiestrategia). Ahi estamos cómodos para disfrutar parcialmente de un escenario de rebote en las bolsas europeas a la vez que asumimos el riesgo de un escenario bajista que seguiría penalizando parcialmente nuestro VL. Y además, un 60% de esa exposición alcista la obtenemos mediante el uso de las opciones como herramienta inversora que nos permite por un lado operar con un margen de seguridad, y por otro lado tener el factor tiempo a nuestro favor.